domingo, 8 de mayo de 2011

Las maras ¿Podrían justificarse con la historia?


Son conocidos todos los delitos y crímenes que cometen las maras y la noción de que son pandillas criminales transnacionales, pero ¿Podríamos justificar su formación y sus malas prácticas a través de la historia?

La primera mara, cuyo nombre es “mara Barrio 18” fue  creada en Estados Unidos en la década de los sesenta. Esta estaba conformada por inmigrantes latinoamericanos que dejaban sus países buscando satisfacer diferentes expectativas y huían de sus tierras por razones, sobre todo, políticas. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX se forma, además, una segunda mara. Desde entonces estas pandillas son conocidas por sus delitos y horribles crímenes… pero si intentamos observar más profundamente nos encontramos con razones e historias humanas, de esfuerzo y sobrevivencia.

Al pensar en el motivo por el cual se formaron las maras, se me viene a la cabeza, inmediatamente, la soledad que deben haber sentido hispanohablantes, latinos y centroamericanos en un país donde se hablaba otro idioma y se compartían diferentes costumbres y hábitos. Es por esto que, sin duda, muchos inmigrantes latinoamericanos, en aquella época, buscaron refugiarse formando grupos con sus pares. Así comienzan a darse cuenta que hay más personas en el entorno viviendo cosas similares. Al agruparse forman cierta identidad que solo podían lograr en colectividad,  pues como individuos eran una minoría poco llamativa. 

Ahora, al pensar en el rasgo delictual que se dio como característica en estos grupos comienza una controversia. ¿Por qué elegir la delincuencia como rasgo caracterizador de los grupos formados? Maco Lara Klahr, periodista e investigador, se refiere a este problema de la siguiente forma: “Cuando migran millones de salvadoreños a las zonas metropolitanas de Los Ángeles, encuentran un ambiento hostil, entonces se vuelven los marginados dentro de la marginación.”

Me parece que no constituye un problema moral el pensar en la agrupación de inmigrantes, Seguramente todos hubiésemos hecho algo parecido en dicha situación. No hay que dejar de lado el sentimiento de marginalidad que deben haber sentido los inmigrantes, además de añoranza por su tierra y de sentir, de alguna forma, la poca pertenencia al lugar que habitaban.  Pero ¿Acaso así podemos justificar todos los terribles actos que luego cometieron? Creo que no, pero si podemos acercarnos de una forma más humana y sensible a personas que pueden haber sufrido mucho por las condiciones en que se encontraban.
¿Qué sucede si, además de la noción de constituir un grupo lejano a sus tierras, agregamos problemas que pueden ahondar aún más el conflicto? La escasa educación de los inmigrantes que se unen a las maras, junto con la pobreza extrema en la que viven, son factores que ayudan acercarlos más a la delincuencia.

Me parece importante decir que de ninguna forma intento justificar los actos violentos y criminales que cometen las maras, pero creo que, para juzgarlos (si es que creemos que podemos hacerlo) debemos darle mayor importancia a su historia y a los factores que influyeron en su agrupación.
Luego escuchar distintos testimonios de maristas activos a través de internet, pude darme cuenta de cómo, realmente, se logra distinguir detrás de una apariencia ruda y dura, una persona que siente, y que, muchas veces, se arrepiente de sus delitos. 

Creo que cada persona puede formarse la opinión que quiera acerca de las maras, pero pienso que estoy en la obligación de mostrar el lado del que pocas veces se habla: el lado humano. Es importante hablar de la edad en la que, en general, los pandilleros se unen a las maras, esta es entre los doce y veintiún años. En los Estados Unidos de América, una persona no puedo empezar a beber alcohol sino hasta los 21 años de edad, la misma edad en la que entran, en promedio, los más tardíos a una mara. Esto quiere decir, según las propias leyes de los estadounidenses, que son gente aún con aún un criterio no formado, o por lo menos no del todo.

 Personalmente, cuando pienso en jóvenes, a veces niños, que deben pasar por ritos y tradiciones realmente brutales para pertenecer a una mara, me da una angustia horrible. Aquel que entra a una pandilla no puede salirse de ella hasta que muera, o, la única otra manera existente, es haciéndose religioso. Eso quiere decir que estos jóvenes que entran a tan temprana edad apenas deben medir las consecuencias de lo que hacen, y si las miden, lo hacen de un modo muy poco acabado.

Por otro lado tenemos la influencia que existe en grupos de personas, donde se es pasada a llevar la identidad. Si las maras se asemejan realmente a una familia como los mismos maristas dicen ¿Qué tan fácil es desobedecer a un padre o a un hermano mayor? 

Insisto en que no es mi intención justificar todos los crímenes y actos horribles que los pandilleros puedan haber hecho, pero sí creo un cosa: las maras le ofrecieron a los jóvenes algo que ni los estados ni sus propias familias les pudieron ofrecer, identidad y el sentimiento de protección.






La extorsión

La delincuencia y los crímenes, como actos que transgreden el bienestar de las personas o comunidades sociales, existen desde el principio de los tiempos. Las pandillas centroamericanas denominadas “maras” son llamadas pandillas delictuales o criminales porque rompen las normas y leyes que han sido establecidas por la sociedad. Entre sus actos criminales más comunes se encuentra el narcotráfico, la trata de personas, el robo con violencia, el hurto y el asesinato. Sin embargo, el delito más común de estas pandillas es la extorsión.  La extorsión (según www.wikipedia.org) es “un delito consistente en obligar a una persona, a través de la utilización de violencia o intimidación, a realizar u omitir un acto o negocio jurídico con ánimo de lucro y con la intención de producir un perjuicio de carácter patrimonial o bien del sujeto pasivo, bien de un tercero.”
En repetidas ocasiones se ha dicho que todos los delitos que cometen las maras siempre estuvieron en Latinoamérica, pero que ellas fueron quienes “pusieron de moda” el delito de la extorsión.  Dentro de los barrios en que viven los maristas, además de existir una red de extorsión, las personas, para estar tranquilas, deben pagar una “cuota” cada cierto tiempo y así no ser molestadas o amenazadas.

¿Cuál es el estilo de vida de un pandillero?.


Los integrantes de una mara se distinguen por tener el cabello rapado, pantalones muy holgados y el cuerpo decorado con tatuajes, sobre todo en los brazos, pecho, espalda y rostro. Los pandilleros que pertenecen a las maras (ya sea a la “Mara Barrio 18” o a la “MS13”)  se organizan a través de células o “clicas”. Las dos maras existentes tienen ritos y tradiciones que respetan. Una de ellas es su bautizo, llamado “El brinco”, que consiste en que toda la “clica” golpea durante 18 segundos a una persona que desea integrarse a la pandilla. También existen tradiciones de tipo corporal, como tatuarse el cuerpo ya que los pandilleros suelen tatuarse el número de su pandilla, junto con otros tatuajes que representan su “clica”, aunque esta última práctica hace algún tiempo ha sido dejada un poco de lado, ya que los pandilleros se dieron cuenta de que los perjudicaba enormemente, pues era una forma de delatarse frente a policías y pandilleros rivales.

Otra de sus costumbres es usar un lenguaje de señas con las manos, lo que les resulta enormemente útil para comunicarse en la cárcel y a través de las calles. También ocupan el graffiti como un medio de comunicación para marcar territorios, así delimitan sus barrios con el número de su mara, ya sea 13 o 18 y también haciendo dibujos o “tags” que hagan referencia a su “clica”. 

Sin embargo, la mayor particularidad que marca el estilo de vida de un pandillero está estrechamente ligada con la psicología. Los maristas se unen a estas confederaciones delictuales buscando identidad y protección. El hecho de, en la segunda mitad del siglo XX, haber sido inmigrantes en una tierra extraña para los latinos recién llegados a Estados Unidos, donde había un idioma diferente, no debe haber sido fácil. Maco Lara Klahr, periodista e investigador, se refiere a este fenómeno de la siguiente manera: “Cuando migran millones de salvadoreños a las zonas metropolitanas de Los Ángeles, encuentran un ambiento hostil, entonces se vuelven los marginados dentro de la marginación.” Creo que este punto es fundamental para explicarse la unión de los centroamericanos en los Estados Unidos, porque probablemente hayan buscado, en un principio, sentirse amparados creando un grupo con semejantes

Por otro lado, considero que las familias devastadas, donde en muchos casos había abandono de ambos padres, madres solteras jóvenes sin educación y maltratos físicos y psicológicos de parte de padres o hermanos, fueron decidoras en la formación de las maras. Los jóvenes se sentían solos y sin una familia funcional a la que acudir, por esto se unen a maras y comienzan a llamarlas ´mi familia´. En este punto quiero detenerme, el hecho de que llamen a sus “clicas” como familias, significa que existe un nivel profundo y trascendente en los lazos que forman con estas. Es decir, ¿Hasta donde puedes llegar por tu familia? Probablemente hasta límites infranqueables, y los pandilleros adaptan esos límites como forma de vida.

También, creo fundamental destacar que no todos los centroamericanos son “maristas” sino que, según bastantes psicólogos, los pandilleros responden a perfiles psicológicos especiales. Generalmente son personas con baja autoestima, inseguros y de personalidad agresiva, que creen que podrán resolver sus problemas personales sintiéndose importantes en un grupo con más personas.

A partir de todo lo anterior, vale la pena imaginarnos como debe ser el día a día de las personas: hombre, mujeres, jóvenes y niños que pertenecen a las maras. Muy probablemente deben verse obligados a actuar como colectividad, dejando muchas veces de lado los sentimientos y apreciaciones que deben surgirles como individuos. Llevar una vida enfocada a la violencia significa siempre encontrarse envuelto en miedos y angustias. 

Pero necesariamente surge una duda: ¿Por qué creen necesario diferenciarse tan concreta y visiblemente de las demás personas? Pienso que posiblemente, esto se deba a la necesidad de forjar una identidad propia, hecho que se ve reflejado en los pandilleros y en las organizaciones de personas en general.

El respeto es fundamental para los miembros de una padilla. Por ganarse el respeto de sus pares cometen todo tipo de delitos y crímenes. También el honor adopta un rol fundamental entre los valores que los maristas aprecian. Existe entre ellos una eterna competencia para ver “quien es más chulo”, es decir, quien es más valiente y temerario. Los delitos que éstos pandilleros centroamericanos más comúnmente cometen son el robo con violencia, el narcotráfico, la trata de blancas, y por sobre todos, la extorción. Es fundamental para ellos en todo momento representar a su clica y defenderla frente a los “enemigos” de otras células delictuales. 

Me atrevo a decir que el estilo de vida de las personas que pertenecen a las maras, debe ser agitado, violento e inseguro, pues sus prácticas comunes se nutren de estas características, sembrando miedo e incertidumbre en los pueblos, ciudades y caseríos en los que habitan.



¿Maras en Chile?

Las maras son un fenómeno social que surgió por diferentes razones, esto quiere decir que no se crearon a partir de la nada, sino que una seguidilla de circunstancias fueron los antecedentes directos de la formación de estas pandillas. Entonces, ¿Es posible pensar que en algún momento llegarán o se formarán en Chile? A mi parecer, si.  Esto porque, si bien en Chile no han sucedido los acontecimientos exactos que dieron origen hace cincuenta años a la primera mara, pienso que existen otros factores altamente influyentes para una posible formación. 

Es imaginable que, como son casi inexistentes las formas de rehabilitación y reinserción de los pandilleros, estos sigan expandiéndose y traspasando fronteras hacia diferentes países, así como lo llevan haciendo hace  aproximadamente cinco décadas.

Por otro lado, la comunicación inmediata y globalizante que tenemos a nuestro alcance, nos abre la posibilidad de informarnos y hacernos parte de fenómenos que ocurren a lo largo del mundo. Y, a decir verdad, pienso que un fenómeno social tan grande de hispanohablantes latinoamericanos puede ser muy llamativo paralas  personas que compartimos estas características con los pandilleros.

Por último, es posible pensar que nuestro país no está inmune a la influencia de estos grupos, puesto que se ha dado en el pasado una fuerte influencia de tendencias provenientes del extranjero, tanto positivas como negativas, y, dada la situación de pobreza y abandono en la que muchos chilenos jóvenes viven, no es improbable que se organicen para intentar lograr cierta identidad, buscando precisamente pertenecer a estas pandillas 


Mientras en Chile existan las fuertes diferencias socioeconómicas que se pueden constatar, nunca podremos afirmar que estaremos libres de pandillas organizadas que busquen su propia protección y beneficio.

Breve historia de las maras

Las maras son pandillas delictuales que en la actualidad operan en el norte y en el centro de América. Pero, ¿Cómo se crearon? ¿Cuál es su historia?

En la segunda mitad del siglo XX millones de centroamericanos comenzaron a emigrar hacia los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida y escapando de dictaduras o guerras en sus países natales. Ya a mediados de los años sesenta, en Los Ángeles, California, se crea la “Mara Barrio 18” que surge como la primera pandilla denominada “mara”. Quienes la componían eran inmigrantes centroamericanos.

Luego, en la década de los ochenta, es creada una segunda mara: la MS13 o Mara Salvatrucha. Esta, desde el momento en que fue creada, se posicionó como la rival y enemiga directa de La Mara Barrio 18.

En los años noventa, Estados Unidos comienza a deportar a los inmigrantes que residen ilegalmente en su país, y muchos pandilleros son regresados a sus tierras de origen. Cuando los miembros de las maras vuelven a sus naciones, se encuentran con el desorden existente, pues sus países están recién consolidándose nuevamente como estados, ya que la mayoría se encontraba recién saliendo de guerras o dictaduras, y la política estaba manejada por la inseguridad y los vacíos legales.

Este desorden permite que los pandilleros vean positivamente su deportación de los Estados Unidos, pues entienden que es más fácil delinquir y cometer actos criminales en sus propios países
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En la actualidad, el fenómeno social de las maras se encuentra concentrado en seis países: 50 mil pandilleros en Estados Unidos, 30 mil en el salvador, 30 mil en Honduras, 20 mil en Guatemala, 10 mil en Nicaragua y 10 mil en México, sumando un total de 150 mil miembros activos de las maras en Centroamérica y Norteamérica.